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Un petimetre es un personaje tipo que aparece de vez en cuando en obras de ficción. Es una persona muy joven que suele ocuparse en su vestir excesivamente elegante aparentanado la imagen como un señor, maestro, hombre profesional o experimentado, varón mayor: con dinero, poder o abolengo aristócratico.
El término español «petimetre» proviene, según la RAE, del francés petit maître (‘pequeño señor’, ‘señorito’) y significa ‘persona que se preocupa mucho de su compostura y de seguir las modas’.[1] La etimología proviene del francés y señala a un jovenzuelo (petit) que intenta aparentar la imagen de un señor, maestro (maître). Un sentido parecido, pero más coloquial, es el término «pisaverde», con el significado de ‘hombre presumido y afeminado, que no conoce más ocupación que la de acicalarse, perfumarse y andar vagando todo el día en busca de galanteos’.[2] Estos adjetivos y críticas se daban en aquellos tiempos donde primaba una tradición rígida y conservadora que segmentaba las clases sociales y señalaba con adjetivos que terminaron convirtiéndose en recriminaciones a los que intentaban salir de la normatividad dogmática y ortodoxa de las oligarquías dominantes.
Tal es el caso que en la segunda mitad del siglo XVIII era un estereotipo social objeto de crítica, arguyendo que este afán fomentaba la ociosidad y su seguimiento acrítico de las modas francesas y en general de todo lo francés, llegando a extremos calificados por los teóricos de la época de ridículos (como, por ejemplo, la adulteración de la lengua —mezclada con la española— o la cultura francesa, especialmente vulgarizaciones de enciclopedistas y philosophes). Ejemplos de ello son Los eruditos a la violeta, de José de Cadalso, y varios episodios de las Cartas Marruecas, del mismo autor; o poesías satíricas como las fábulas de Raicleta y Lapu. Su contrafigura, desde una postura casticista, era el manolo o majo, proveniente de las clases populares, e imitado estéticamente por las clases superiores.[3]
Una de las primeras veces en que aparece este personaje como estereotipo, es en la obra de Molière de 1671 El burgués gentilhombre. Esta obra asume la estructura social de la Francia de la época. Su premisa central se refiere a M. Jourdain, un burgués, miembro de la clase media, que intenta rehacerse como un aristócrata y un «caballero». La comedia se centra en su obsesión por estar vestido con demasiada elegancia y sus vanas afirmaciones. Este tipo aparece igualmente en la comedia de la Restauración británica, en The Relapse (1696), de John Vanbrugh.